“Como en la gran mayoría de los casos de nuevas propuestas, esta me parece muy claramente ser una de naturaleza mucho más retórica, estratégica para el negocio, y política, y no tanto, o para nada, de naturaleza biológica. El grupo alrededor de Raquel Chan (Santa Fe, Rosario, etc) lleva muchos años intentando establecer el uso práctico de un grupo de Factores de Transcripción que imaginan como “genes maestros”, que pueden ser manipulados a gusto para que las plantas hagan lo que ellas (las investigadoras) quieran …”

Tras algo más de un año de tramitación, el miércoles 7 recién pasado el Ministerio de Agricultura argentino dio a conocer una medida que, casi desapercibida en Chile, puede terminar acarreando repercusiones de envergadura no solo a nivel nacional, sino a escala planetaria: la primera semilla de trigo intervenida genéticamente obtuvo luz verde para su comercialización. Bajo el nombre de HB4, este nuevo invento de la bioingeniería tiene -al menos- dos particularidades que merecen consignarse. Es el fruto del trabajo de un equipo de técnicos argentinos, liderado por Raquel Chan -bioquímica nacida en Buenos Aires en 1959 y formada en Israel- y, además, tiene como su punto de origen uno de los países más larga y fuertemente asociados a la agricultura en base a material genéticamente manipulado, como es la soya TH, diseminada en millones de hectáreas por los campos trasandinos.

Ante este asunto, las opiniones se contraponen. Por un lado, ciertos sectores de la prensa no reprimen cierto orgullo patrio y cargan el énfasis sobre los méritos de un grupo de profesionales que alcanza un logro cercano a una proeza científica. La HB4, como ha sido la tónica para cada nueva semilla transgénica que debuta y que apunta sedienta a abrirse paso en los mercados internacionales, promete, esta vez, una resistencia superior a la semilla natural a las sequías. Pero desde mucho antes de este reciente visto bueno por parte de la autoridad agrícola argentina, las voces críticas ya se hacían oír.

No resulta para nada exagerado decir que Ignacio Chapela es uno de los mayores expertos en el ámbito de los organismos genéticamente modificados. Microbiólogo de la Universidad de Cardiff, este mexicano alcanzó renombre mundial en 2001 al ser el primer investigador en detectar la contaminación producida por maíz transgénico sobre maíz nativo en la región de Oaxaca. Fue blanco de una implacable campaña de descrédito por grupos vinculados al fuerte lobby de las transnacionales de la biotecnología. Hoy, Chapela, destacado académico de la Universidad de Berkley, comparte su interesante y esclarecedor punto de vista sobre esta importante materia.

 

MAÍZ, SOYA… ¿AHORA TRIGO TRANSGÉNICO?

Como en la gran mayoría de los casos de nuevas propuestas, esta me parece muy claramente ser una de naturaleza mucho más retórica, estratégica para el negocio, y política, y no tanto, o para nada, de naturaleza biológica.
El grupo alrededor de Raquel Chan (Santa Fe, Rosario, etc) lleva muchos años intentando establecer el uso práctico de un grupo de Factores de Transcripción que imaginan como “genes maestros”, que pueden ser manipulados a gusto para que las plantas hagan lo que ellas (las investigadoras) quieran (el grupo de factores de transcripción se conoce como “HD-ZIP I”). Por supuesto esto es un sueño guajiro, como se dice en México, basado en un concepto erróneo del funcionamiento de la fisiología de las plantas. Los resultados que han obtenido a lo largo de los años indican que no pueden en realidad controlar nada de lo que dicen poder controlar. Hay variaciones que no entienden, que se extienden a las diferencias de especies (soya, maíz, girasol, etc.), pero también se ven en la variabilidad dentro de una misma especie. En otras palabras: saben y pueden menos (mucho menos) de lo que dicen saber y poder.

MAÍZ, SOYA… ¿AHORA TRIGO TRANSGÉNICO?

Como en la gran mayoría de los casos de nuevas propuestas, esta me parece muy claramente ser una de naturaleza mucho más retórica, estratégica para el negocio, y política, y no tanto, o para nada, de naturaleza biológica.

El grupo alrededor de Raquel Chan (Santa Fe, Rosario, etc) lleva muchos años intentando establecer el uso práctico de un grupo de Factores de Transcripción que imaginan como “genes maestros”, que pueden ser manipulados a gusto para que las plantas hagan lo que ellas (las investigadoras) quieran (el grupo de factores de transcripción se conoce como “HD-ZIP I”). Por supuesto esto es un sueño guajiro, como se dice en México, basado en un concepto erróneo del funcionamiento de la fisiología de las plantas. Los resultados que han obtenido a lo largo de los años indican que no pueden en realidad controlar nada de lo que dicen poder controlar. Hay variaciones que no entienden, que se extienden a las diferencias de especies (soya, maíz, girasol, etc.), pero también se ven en la variabilidad dentro de una misma especie. En otras palabras: saben y pueden menos (mucho menos) de lo que dicen saber y poder.

SEMILLA ¿MÁS RESISTENTE A LA SEQUÍA?

El problema que supuestamente han resuelto es uno de naturaleza compleja, porque la respuesta a la falta de agua en la planta involucra la totalidad de la planta, no solamente un punto de su fisiología. Pero este grupo de gente piensa que al tener “control” (que no lo tienen) sobre este “gen maestro” pueden controlar esa complejidad. Por supuesto esto está muy lejos de la realidad, y tiene mucho más que ver con una concepción de la planta como una fábrica con una estructura de control centralizada y jerárquica, que no es como funcionan las plantas…
No obstante lo anterior, llevan décadas imaginando que tienen una “herramienta” en mano, y llevan mucho tiempo buscando en qué aplicarla. El famoso martillo en mano, viendo clavos por todos lados. Es así que se meten a montar una compañía para dar valor comercial a su herramienta (¿una fábrica de martillos?). El artículo en el dominio público en el que parecen basar todo su programa parece ser el que se encuentra aquí:

https://academic.oup.com/jxb/article/70/5/1669/51307521

Solo de ver las gráficas de resultados, cualquiera se puede dar cuenta que las diferencias de las que esperan hacer negocio son en realidad muy variables, pequeñísimas en donde se las encuentra, y de ninguna manera reproducibles más que en lo que ha sido un ejercicio de poca representatividad.

En otras palabras: no se trata de lo que dicen que se trata.

ESTRATEGIA DE BUSINESS

Si hacemos búsqueda del stock (acciones) de las compañías involucradas, nos damos cuenta de lo que se trata: no les ha ido bien en el mercado de acciones, y necesitan un milagro para recuperar lo que han estado perdiendo en sus programas, antes de morir de una hemorragia de dinero.

Si revisamos el estado financiero de la compañía -BIOCERES-, (aquí, por ejemplo) podemos ver mucho más claramente de lo que se trata. Tienen en 2020 una salida de dinero de casi 237 millones de dólares, con una entrada de 112,000. O sea un 40,000% en los números rojos. Están endeudados terriblemente y no hacen suficiente dinero ni para pagar los intereses…

Conseguir un permiso del gobierno para hacer algo da una apariencia de credibilidad que muchos reporteros amplifican al hacer de esta una historia espectacular. El valor de las acciones en la compañía sí, de hecho, subió un poco, pero sigue a un valor menor a la mitad de lo que las acciones valían al inicio de la compañía…

SEMILLA ¿MÁS RESISTENTE A LA SEQUÍA?
El problema que supuestamente han resuelto es uno de naturaleza compleja, porque la respuesta a la falta de agua en la planta involucra la totalidad de la planta, no solamente un punto de su fisiología. Pero este grupo de gente piensa que al tener “control” (que no lo tienen) sobre este “gen maestro” pueden controlar esa complejidad. Por supuesto esto está muy lejos de la realidad, y tiene mucho más que ver con una concepción de la planta como una fábrica con una estructura de control centralizada y jerárquica, que no es como funcionan las plantas…

No obstante lo anterior, llevan décadas imaginando que tienen una “herramienta” en mano, y llevan mucho tiempo buscando en qué aplicarla. El famoso martillo en mano, viendo clavos por todos lados. Es así que se meten a montar una compañía para dar valor comercial a su herramienta (¿una fábrica de martillos?). El artículo en el dominio público en el que parecen basar todo su programa parece ser el que se encuentra aquí:

Solo de ver las gráficas de resultados, cualquiera se puede dar cuenta que las diferencias de las que esperan hacer negocio son en realidad muy variables, pequeñísimas en donde se las encuentra, y de ninguna manera reproducibles más que en lo que ha sido un ejercicio de poca representatividad.
En otras palabras: no se trata de lo que dicen que se trata.
ESTRATEGIA DE BUSINESS
Si hacemos búsqueda del stock (acciones) de las compañías involucradas, nos damos cuenta de lo que se trata: no les ha ido bien en el mercado de acciones, y necesitan un milagro para recuperar lo que han estado perdiendo en sus programas, antes de morir de una hemorragia de dinero.
Si revisamos el estado financiero de la compañía -BIOCERES-, (aquí, por ejemplo) podemos ver mucho más claramente de lo que se trata. Tienen en 2020 una salida de dinero de casi 237 millones de dólares, con una entrada de 112,000. O sea un 40,000% en los números rojos. Están endeudados terriblemente y no hacen suficiente dinero ni para pagar los intereses…
Conseguir un permiso del gobierno para hacer algo da una apariencia de credibilidad que muchos reporteros amplifican al hacer de esta una historia espectacular. El valor de las acciones en la compañía sí, de hecho, subió un poco, pero sigue a un valor menor a la mitad de lo que las acciones valían al inicio de la compañía…
LA MAREA INTERNACIONAL
Todo mundo sabe—sobre todo en el mundo financiero— que los transgénicos han sido uno de los mayores desastres, en términos puramente económicos, de la historia. A la gente como los trabajadores de BIOCERES les gusta decir que su negocio no funciona porque personas como tú y yo les hemos impedido el paso al gran éxito que piensan ellos deberían tener. Esta es una historia que los medios repiten a menudo, como si fuera verdad. Pero más cercano a la realidad es el hecho de que los “productos” de la industria biotecnológica en agricultura simplemente no valen la pena, y no han podido cumplir ni de lejos ninguna de las promesas que llevan haciendo desde los 70s. Eso sí, los problemas que son reales, los ignoran o desechan como si no existieran.
La cosa es que la industria, a nivel mundial, no ha podido levantar ala desde el 2000 (el año en que el mundo financiero y de venture capital se quitó de encima el peso de esa industria), y llevan estas dos décadas buscando algún punto en el cual poder cantar victoria: el algodón en Burkina (un desastre), el maíz en África (un plomo), el super-arroz (un unicornio de fábula), etc. etc. etc…
Me parece que Argentina, trágicamente, es el lugar en al que la industria internacional voltea siempre para poner ancla e intentar resistir la corriente de la historia que lleva su miserable barco a la deriva. Este caso del trigo me parece explicable solamente en estos términos.
CONSECUENCIAS
Que la historia sea mucho más una historia política que una biológica o económica no implica que no sea importante. De hecho, la noticia de un trigo transgénico será útil para muchos que quieren romper el status quo de regulación y lobby a nivel mundial —y por supuesto, todas las terribles consecuencias ambientales y sociales que conocemos bien. Es decir, los daños que pueden venir de este trigo transgénico no son menos reales por ser sus promesas una falsedad.
Declaraciones obtenidas por  Pablo Salinas, Litoral Central de Chile

elbatalladorincansable.blogspot.com/2020/10/los-transgenicos-han-sido-uno-de-los.html

Por Lucia

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