Por Ari LeVaux
Enero 9 2012, 7:57 AM ET 72
Nuevas investigaciones demuestran que cuando comemos estamos consumiendo más que solo vitaminas y proteínas. Nuestros cuerpos están absorbiendo información, o microARN.

Image: Dirk Ercken/Shutterstock.

Investigadores chinos han encontrado(1) pequeños pedazos de ácido ribonucleico (ARN) en la sangre y órganos de humanos que consumen arroz. El equipo de la Universidad de Nanjing demostró que este material genético se adheriría a las proteínas en las células del hígado humano, e influenciarían la ingesta de colesterol desde la sangre.

El tipo de ARN en cuestión es llamado microARN(2) debido a su pequeño tamaño. El microARN ha sido estudiado ampliamente desde su descubrimiento hace 10 años, y ha sido relacionado a enfermedades incluyendo cáncer, Alzheimer y  diabetes. Usualmente funcionan al “apagar” ciertos genes. El estudio chino provee el primer ejemplo in vivo de la sobrevivencia del microARN a la digestión y la influencia que tiene sobre las células humanas.

 Si el estudio sobrevive al escrutinio científico – una tarea difícil-, podría cambiar las reglas del juego en muchas áreas. Significaría que no solo estamos comiendo vitaminas, proteínas y combustible, sino que también reguladores de genes.

El estudio chino sobre ARN amenaza con hacer trizas la declaración de Monsanto. Significa que el ADN puede codificarse con microARN, lo que de hecho, puede ser muy peligroso.

Este conocimiento puede profundizar nuestro entendimiento sobre la comunicación cruzada entre especies, su co- evolución y la relación entre depredador y presa. Podría iluminar nuevos mecanismos para algunos desórdenes metabólicos, y quizás, explicar cómo funcionan algunas medicinas herbales y modernas.

Este estudio no tuvo nada que ver con los alimentos genéticamente modificados, pero podría traer implicancias en esta área. El trabajo aparentemente muestra un sendero por el cual los nuevos productos alimenticios, como los alimentos GM, podrían influenciar la salud humana en formas nunca antes estudiadas.

El sitio web de Monsanto(3) establece, “No hay necesidad o valor alguno en testear la seguridad de los alimentos GM en humanos”. Este punto de vista, muy bueno para los negocios, está erigido en un entendimiento de la genética que data de 1960. Le sigue el llamado “Dogma Central” de la genética, el cual postula una cadena de una sola vía entre el ADN y las células que gobierna.

El Dogma Central se parece al proceso de ordenar una pizza. El ADN sabe qué clase de pizza quiere, y la ordena. El ARN es la papeleta de la orden, la cual comunica las especificaciones de la pizza al cocinero. La pizza terminada y entregada es una analogía a la proteína que codifica el ADN.

Hemos sabido por años que el Dogma Central, aunque básicamente correcto, es demasiado simplista. Por ejemplo: microARN que no codifica nada, sea pizza o no, viaja a través de las células silenciando genes que están siendo expresados. Así es que, mientras un pedazo de ADN está ordenando la pizza, también puede estar bombardeando la pizzería con señales de ARN que pueden cancelar el envío o de otras pizzas ordenadas por otros pedazos de ADN.

Los investigadores han estado usando este fenómeno para su ventaja en la forma de pequeños y manufacturados filamentos de ARN, que son idénticos al microARN. En una técnica llamada interferencia de ARN, estos pequeños pedazos de ARN son usados para “apagar” ciertos genes.

La interferencia de ARN fue usada comercialmente por primera vez en 1994, para crear el Flavor Savr, un tomate con mayor durabilidad. En el 2007, varios equipos de investigación reportaban éxito al modificar el ARN de las plantas para matar a los depredadores, al apagar ciertos genes. Como fue reportado en  Technology Review del MIT el 5 de noviembre del 2007, científicos en China usaron interferencia de ARN para fabricar:

…plantas de algodón que silencian un gen que permite al depredador procesar la toxina gossypol, la cual ocurre naturalmente en el algodón. El insecto que come este algodón GM no puede fabricar la proteína de procesamiento de la toxina, resultando en su muerte.

Y:

Investigadores de Monsanto(4) y Devgen (5), una compañía belga, fabricaron plantas de maíz que silencian un gen esencial para la producción de energía en el insecto del maíz; su ingestión elimina los insectos en 12 días.

Los humanos y los insectos tienen mucho en común, genéticamente hablando. Si el microARN puede sobrevivir en el intestino, entonces es altamente posible que el microARN diseñado para influenciar genes en insectos también afecte a humanos.

La declaración de Monsanto sobre que las pruebas de  toxicología humana no dan garantías está basado en la doctrina de la “equivalencia substancial”. De acuerdo a ésta, las comparaciones entre cosechas GM y no GM sólo necesitan realizarse en el producto final de la expresión de ADN. El nuevo ADN no es considerado una amenaza bajo ningún punto de vista.

“Mientras la proteína introducida es determinada como segura, los alimentos derivados de cosechas GM son substancialmente equivalentes y no presentan riesgo alguno a la salud,” se lee en la web de Monsanto.

En otras palabras, mientras el producto final- la pizza- no es tóxica, el ADN introducido no tiene ninguna diferencia y no presenta ser un problema. Si ese principio se aplicara a la ley de propiedad intelectual, por ejemplo, muchas de las patentes de Monsanto serían anuladas y revocadas.

Chen-Yu Zhang, investigador en jefe del estudio chino sobre ARN, no ha hecho comentarios sobre las implicancias de su trabajo para sumar al debate sobre la seguridad de los alimentos GM. Sin embargo, sus descubrimientos le dieron forma a las preocupaciones sobre la equivalencia substancial, las cuales se han arrastrado por años en la comunidad científica.

En 1999, un grupo de científicos escribieron una carta llamada “Más Allá de la Equivalencia Substancial”(6), en el prestigioso journal Nature. En la carta, Erik Millstone et. al. llamaron a la equivalencia substancial “un concepto pseudo- científico que es inherentemente anti científico ya que fue creado primordialmente como excusa para no requerir pruebas bioquímicas o toxicológicas.”

Monsanto respondió a estas acusaciones: “El concepto de equivalencia substancial fue elaborado por expertos científicos y reguladores internacionales convenido por la OCDE(7) en 1991, mucho antes que cualquier producto biotecnológico estuviera en el mercado.”

Esta respuesta es más un testimonio que una refutación por parte de la fuerza de marketing de Monsanto al enfrentarse con asuntos regulatorios. Por supuesto que el concepto fue establecido antes que cualquier producto estuviese listo para el mercado. Establecer el concepto de equivalencia substancial alrededor del mundo fue un pre requisito para la comercialización global de cosechas GM. Creó un marco legal para vender alimentos GM en cualquier parte del mundo en que la equivalencia substancial fuera aceptada. Desde que el concepto fue adoptado, Monsanto ya había desarrollado numerosas cosechas GM y estaba acicalándolas para el mercado.

Las 34 naciones miembro del OCDE pueden ser descritas como naciones ricas, blancas, desarrolladas y simpatizantes con las grandes empresas. La actual misión del grupo es esparcir el desarrollo económico al resto del mundo. Y, mientras esa misión aun no es alcanzada, la OCDE ha ayudado a Monsanto a esparcir la equivalencia substancial al resto del mundo.

Muchos fanáticos de la GM dirán que si se hacen pruebas de toxicidad a los alimentos GM, también debemos hacer pruebas de toxicidad en cada otro tipo de alimento del mundo.

Pero ya se han testeado la plantas existentes. Las testeamos “ a la mala”, al comer cosas extrañas y morir, o casi morir, por miles de años. Así es como sabemos cuales plantas son venenosas. Y durante el curso de nuestras vidas, hemos aprendido a qué alimentos le tenemos alergia.

Todas las variedades no GM y las especies híbridas que consumimos han sido formadas por la variabilidad genética ofrecida por padres cuyos genes eran lo suficientemente similares como para aparearse o injertarse en una descendencia que se les asimile.

Un tomate con genes de pez? Eso no se ha hecho. Eso, para mi, es una nueva planta y debiera ser testeada. No deberíamos saber si es alergénica o venenosa de la forma antigua, especialmente a la luz de cómo es la “nueva ciencia”.

Es tiempo de reescribir las reglas para tomar consciencia de cuánto más complejos son los sistemas genéticos que las regulaciones legales – y las corporaciones que las han escrito–.

Monsanto no se hace ningún favor de relaciones públicas al declarar que “no hay necesidad o valor en testear la seguridad de los alimentos GM en humanos”. Como han admitido, estas pruebas serían difíciles de construir—quién querría ser voluntario para comer un montón de maíz GM para ver qué pasaría? Al mismo tiempo, si corporaciones como Monsanto quieren usar procesos como la interferencia de ARN para fabricar plantas que pueden matar insectos vía senderos genéticos que pueden asemejarse al nuestro, algún tipo de prueba debe ser conducida.

Un buen comienzo sería testear el ADN introducido para otros efectos – microARN, mediado o no—más allá de las proteínas específicas que codifica. Pero el status quo, de acuerdo a la web de Monsanto, es:

No hay necesidad de testear la seguridad del ADN introducido a cosechas GM. El ADN (y el ARN resultante) está presente en casi todos los alimentos. El ADN no es tóxico y la presencia de ADN, en y en sí mismo, no presenta amenaza alguna.

Sabiendo lo que sabemos, esa declaración es arrogante. El tiempo dirá si es imprudente.

Hay métodos computacionales para investigar si el ARN no intencional es propenso a apagar genes humanos. Pero gracias a esta posición, lo mejor que podemos hacer es esperar que los estén usando. Dada la oposición a etiquetar alimentos GM, parece claro que Monsanto quiere que cierres los ojos, abras la boca y tragues.

Es hora de que Monsanto reconozca que hay más detrás del ADN que sólo la proteína que codifica.

Referencias (inglés)
1.    http://www.nature.com/cr/journal/v22/n1/full/cr2011158a.html
2.    http://www.news-medical.net/health/What-is-MicroRNA.aspx
3.    http://www.monsanto.com/newsviews/Pages/food-safety.aspx
4.    http://www.monsanto.com/Pages/default.aspx
5.    http://www.devgen.com/index.php
6.    http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/10524614
7.  http://www.oecd.org/home/0,2987,en_2649_201185_1_1_1_1_1,00.html

Fuente:
http://www.theatlantic.com/health/archive/2012/01/the-very-real-danger-of-genetically-modified-foods/251051/

Traducción: Ignacia Guzmán Zuloaga

Por Ignacia

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *